Desde la perspectiva histórica y cultural, podemos encontrar un total de siete tipos de mandalas según su lugar o cultura de origen:
- Aborígenes: se trata de mandalas pintados por los aborígenes australianos, y tienen como principal objetivo el poder comprender el significado de los sueños. Se utiliza la geometría pero también abunda el dibujo a mano alzada. Es un tipo de dibujo que tiene un mayor componente natural que la mayoría del resto de tipos.
- Aztecas: para los aztecas, los mandalas representaban fundamentalmente el paso del tiempo y el modo en que éste se relaciona tanto con nuestra persona como con el universo. En ellos destacan las figuras geométricas como el cuadrado, el círculo, el triángulo y el laberinto. Utilizaban los colores para añadir los sentimientos al dibujo.
- Budistas: son una base esencial dentro del ritual religioso, de manera que los monjes han creado todo tipo de figuras generalmente utilizando granos de arena coloreados. Tienen un gran simbolismo y con frecuencia se utilizan representaciones de figuras sagradas para esta cultura. Una tradición interesante de los mandalas de arena budistas es que, una vez finalizados y sometidos a proceso de santificación, la mitad de esta arena se distribuye entre las personas presentes, y la otra mitad se vierte en el río para que llegue a las personas ausentes.
- Celtas: se trata de una de las civilizaciones que más utilizó los mandalas históricamente, mezclando tanto la religión como otras creencias que incluyen hadas y duendes. Habitualmente se tallaban sobre la piedra y algunos de los elementos más destacados eran la cruz celta y la serpiente.
- Cristianos: desde los orígenes del cristianismo, la religión ha utilizado los mandalas, y de hecho todavía está presente en numerosas construcciones religiosas como pueden ser las iglesias o las catedrales. Durante la etapa gótica aumentó su representatividad en las edificaciones. Una de las figuras más habituales es el pez, el cual representa el alimento que sacia al planeta.
- Hindúes: esta cultura utilizaba la geometría de las figuras lineales como elementos más habituales en estos dibujos. Intentaban relacionar al hombre con los dioses, buscando la purificación del alma.
- Contemporáneos: finalmente tenemos los contemporáneos, es decir, los que se utilizan en la actualidad. Permite la utilización de todo tipo de materiales, aunque son más frecuentes sobre el papel y destacan por sus formas geométricas, eliminando el factor religioso en la mayor parte de casos. Lo habitual es que ya se encuentren dibujados y el usuario tan sólo se dedique a pintarlos.
Tipos de mandalas según su forma
También existe una clasificación en base a las formas geométricas que podemos utilizar u observar en el mandala, en cuyo caso tendríamos:
- Círculo: representa el movimiento, la perfección, la eternidad y el cambio.
Corazón: es un elemento geométrico que expresa amor y energía así como sentimientos positivos entre personas como la amistad y la unión. - Cruz: representa los lados opuestos como puede ser la tierra y el cielo, la vida y la muerte, consciencia e inconsciencia, etc. Ayuda a tomar decisiones.
- Cuadrado: representa el equilibrio, la energía, el entusiasmo y la estabilidad además de la constancia.
- Espiral: permite obtener energía curativa.
- Estrella: es una figura geométrica que representa la imaginación, la salvación, libertad y espiritualidad.
- Hexágono: la exteriorización y liberación de emociones negativas como el comportamiento impulsivo o la agresividad.
- Laberinto: representa la búsqueda del interior de las personas.
- Mariposa: es lo que marca la evolución de nuestra alma, dando lugar a la renovación y al cambio.
- Pentágono: representa el agua, fuego, tierra, madera y metal, y la relación de estos considerados como cinco elementos de la naturaleza con el cuerpo humano.
- Rectángulo: indica prosperidad, enriquecimiento y estabilidad.
- Triángulo: intentar representar la parte inconsciente y el modo en que las cosas se transforman.
En definitiva, los mandalas se convierten en un recurso necesario para poder alcanzar esa conexión intensa entre nuestro interior, nuestras ideas y personalidad formadas a partir de la sociedad o cultura en la que vivimos, el entorno, el lado espiritual y el universo.